miércoles, 26 de octubre de 2011

Lágrimas Rojas Capítulo 9

Jun miraba el oscuro café. Desde la mesa en la que estaba sentado se podía observar  su instituto. La ventana ofrecía un primer plano de aquel edificio rodeado por cinta policial. Dio un sorbo a su café cuando vio la cabellera del señor Chousi asomando por la puerta del local que, tras mover la cabeza buscando al chico, se acercó a su mesa. Tomó asiento en frente a Jun y lo miró con cara seria.
-          Hola, gracias por venir.  – Yusei se mostraba frio.
-          Hola, ¿de qué quería hablar?
El detective se inclino hacia delante apoyando sus codos en la mesa y entrelazó los dedos de su mano.
-          ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? ¿Sabes lo peligroso que es inmiscuirse en una investigación policial de esta gravedad?  Deja de jugar a los policías y márchate a casa chico. – en ningún momento levantó la voz.
-          ¡Pero déjeme ayudarle señor Chousi! ¡Seguro que le soy de ayuda!
La camarera se puso al lado de Yusei con una enorme sonrisa de oreja a oreja.  Después de tomarle nota se marcho a atender el pedido. Jun volvió a retomar la palabra:
-          Además, he encontrado esto en la escena del crimen. –Jun le pasó el pin envuelto en un pañuelo. – No lo he tocado directamente con la mano.
Yusei examinó aquello que estaba envuelto detenidamente. La camarera volvió y dejo un pocillo cargado de café encima de la mesa. Al rato, el señor Chousi levantó la cabeza y miró  a Jun.
-          ¿Qué es esto, chico?
-          Es el pin de los estudiantes de mi instituto, estaba detrás de un banco en la escena del segundo asesinato.
-          ¿Qué hacías rebuscando en la escena de un crimen?
-          Lo encontré por casualidad.
-          Parece que últimamente encuentras muchas cosas por casualidad. ¿Y a donde quieres llegar con todo esto?
-          ¿Puede decirme quien es el segundo asesinado? – Yusei negó con la cabeza - ¿Puede decirme, al menos, si era estudiante de mi instituto?
Yusei se lo pensó un momento.
-          Si, lo era.
-          Entonces, si no encuentran un pin como este entre sus pertenecías significa que es del asesino, otro estudiante. Es lo más lógico.
-          Sí que es lógico, si.  – Yusei miró fijamente a Jun, pensando en que debería hacer con el chaval. – Bueno, ya te llamaré, de momento no cometas más imprudencias. Ahora, si me disculpas, tengo mucho trabajo que hacer.
Tras apuntar el teléfono de Jun, Yusei se levantó; pagó y se marchó. No había probado su café.
  Jun se marchó cuando terminó su café. Miró su reloj y decidió que ya era hora de volver a casa.  Cuando entró todo estaba oscuro y en silencio. Se dio una ducha y bajo a ver la televisión.  La puerta de la entrada se abrió, y por ella entró Mio cargada de bolsas. Jun le ayudó a colocar su contenido en las diversas estanterías de la cocina. Llevaban un rato de incómodo silencio. Mio empezó a hablar rompiendo el hielo.
-          ¿Dónde has estado esta tarde?
-          He salido con unos amigos.
-          ¿Y qué te dije esta mañana de salir solo?
-          Vamos Mio, no he estado solo en ningún momento.
Reinó el silencio de nuevo. Ambos dejaron de hablar para continuar colocando cosas. Al cabo de un rato Mio volvió a intentar sacar conversación.
-          Oye Jun… Sobre lo de esta mañana…
-          ¿A qué te refieres?
-          Bueno… Ya sabes…
-          No, no sé.
Jun dejo de colocar para mirar a Mio, que tenía la cabeza agachada  y estaba roja como un tomate. Ella se percató de este gesto y lo miró a los ojos.
-          Lo del beso…
Dicho esto, la chica juntó sus labios con los de él. Cuando se dio cuenta de su impulsiva reacción se detuvo, pero Jun la besó de nuevo. Ella lo abrazó y hundió la cabeza en su pecho.  Caminaron abrazados hasta sentarse en el sofá, donde ella lo besó apasionadamente. Cuando sus bocas se separaban, la sensación de necesidad era tal que volvían a juntarlas inmediatamente; deseosos de más. Ambos se fundieron en un mágico abrazo.
   Tras la demostración de cariño, Jun pensó en lo que acababa de ocurrir. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿No se suponía que estaba con Aya? Su cabeza era como una sopa de letras. Sus sentimientos estaban desordenados y desorientados, sin saber muy bien donde colocarse.


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