domingo, 16 de octubre de 2011

Lágrimas Rojas Capítulo 5


La esfera luminosa del reloj marcaba las dos y media de la madrugada. Yukiko Tsukamoto se rascaba la cabellera, se estaba quedando dormida encima del informe que tenía que presentar mañana en la oficina del comisario del departamento de policía. Ya lo estaba terminando pero aún le quedaba trabajo por hacer, estaban al llegar dos cadáveres de una escena del crimen. Uno era de un compañero. Tras cinco minutos de trabajo terminó el informe y se levantó de la silla. Paseó un poco por su oficina para estirar sus entumecidas piernas. Buscó un termo de café con la mirada y lo encontró encima de un archivador, se sirvió una taza. Se sentó encima del escritorio. Echó una mirada al reloj y suspiro, preguntándose si le pagarían las horas extras. Supuso que no, pues trabajaba en un departamento pequeño y había muy poco personal, por lo que hacer horas extras no era nada nuevo. Ella, como jefa del equipo de forenses, tenía mucho trabajo durante todo el año. Era joven, tenía veintiocho, pero era un gran médico forense. Llamaron a su puerta, el señor Chousi entró en la pequeña oficina.
-          Buenas noches Yusei.
-          No sé que tienen de buenas, hemos perdido a un compañero y ese cabrón todavía anda suelto.
-          ¿Un día malo?
-          El peor de toda mi carrera. Me sentí tan impotente al no poder hacer nada. – Yusei estaba realmente enfadado y triste. Sacó el trozo de camisa dentro de una bolsita de plástico transparente del interior de uno de sus bolsillos. – Cuando acabes con los dos cadáveres mira haber que puedes sacar de aquí por favor.
Yukiko cogió lo que Yusei le daba y se fijó en la herida que este tenía en el brazo.
-          ¿Pero que te has hecho aquí?
Le dio la espalda a Yusei y rebuscó en uno de sus cajones hasta sacar un pequeño botiquín de primeros auxilios.  Le desinfectó la herida con agua oxigenada y le colocó una tirita con ositos de peluche dibujados para facilitar su recuperación.
-          ¡Ya está listó! Es solo un corte superficial pero deberías tener más cuidado.
-          Si mama. – Lo dijo en tono burlón, hablar con Yukiko siempre lo ponía de buen humor.
Yusei acarició la tirita, pues aún le escocía un poco la herida por el contacto con el desinfectante.
-          Gracias, y procura mirar pronto ese trozo de camisa.
-          Yo también tengo trabajo y una vida ¿Sabes? – Suspiró- Esta bien…. Siempre consigues que haga lo que tú quieras.
-          ¡Ojala!
Dicho esto salió por la puerta cerrándola tras de sí con suma suavidad. Aún tenía alguna cosa que hacer. Se dirigió al  la mesa de uno de los policías y le dijo:
-          Quiero que me busques todos los casos similares que haya en los archivos, de los últimos veinte años.  Lo quiero lo antes posible. E identifícame de una maldita vez al cadáver.
El policía asintió y se levantó para ir a cumplir su cometido. No podían saber quién era la víctima, pues no llevaba identificación alguna. Suspiró. Había sido una noche muy larga.

A la mañana siguiente Jun volvió a levantarse temprano, pero ya todos estaban despiertos. Bajó a desayunar a la cocina y vio a Mio y a su madre desayunando alegremente...
-          Buenos días.
-          Buenos días ¿Quieres desayunar? – La señora Fuchido ya le tenía el desayuno preparado.
-          Si, gracias.
Jun se sentó a la mesa y se tomó su desayuno mientras compartía conversación con las otras dos comensales. Al terminar fue a cambiarse para salir a la calle. Ya tenía agarrado el pomo de la puerta cuando una voz lo llamó:
-          ¿A dónde vas tú solo? – Mio estaba de pié en la cocina de brazos cruzados y cara seria.
-          He quedado con un amigo.
En realidad quería ver a Aya. Quizás lo suyo fuera demasiado precipitado ya que apenas se conocían, pero sentía algo por ella y ese algo podía ser amor, o tal vez un simple capricho.
-          ¿Y no sabes que en la televisión han dicho que es peligroso salir solo?
-          Pero tan solo voy a estarlo un momento.
-          De eso nada, te acompaño.
-          ¡Fuu! Está bien.
Salieron a la calle. Jun paseaba sin rumbo alguna, pues no sabía que escusa darle a Mio para que se marchara a casa y no iba a decirle a donde iba en realidad. Era una mañana calurosa. Jun, cansado de andar sin rumbo vio un parque donde unos niños jugaban alegremente.
-          He quedado aquí, parece que todavía no ha llegado. – Mintió.
-          Bueno, pues esperaremos un rato.
-          No sé que le va a parecer que vengas conmigo.
-          Tranquilo, si molesto me acompañáis a casa.
-          Me parece un poco absurdo todo esto.
-          ¿Absurdo? ¿la muerte de dos personas te parece absurdo?
-          Si quisieran matarnos lo harían aun estando los dos juntos.
-          De verdad, eres tonto. – Mio se sentó en un banco.
Jun se sentó a su lado. Ella cerró sus piernas y posó sus manos sobre sus rodillas. Miró a su alrededor, contemplando el paisaje del parque en el que se encontraban.
-          ¿Sabes? Yo jugaba aquí de pequeña, mama me traía muy a menudo.
-          Porqué no volvemos a casa, seguro que ya no viene. – Él se levantó.
Mio lo agarró del brazo, aún sentada.
-          ¿Podemos quedarnos un rato más? Me gusta este lugar.
El se sentó de nuevo. Ella lo miró y se sonrojó.
-          Oye Jun, ¿sabes guardar un secreto?
-          Claro. – El volvió la cabeza y la miró a los ojos.
-          Tú… me gustas, me gustas mucho. – Aprovecho que él estaba sorprendido para robarle un beso.

Yusei reflexionaba detrás de su escritorio. Pensaba en el caso que tenía entre manos y en lo perdido que estaba en la investigación cuando llamaron a la puerta. El policía al que le había encargado un par de trabajos entró por la puerta. Traía algunos archivos en la mano.
-          Señor Chousi, aquí tiene los casos parecidos al suyo. Ya hemos identificado el cuerpo, la familia vendrán más tarde a reconocerlo. – Ya salía por la puerta cuando se acordó de algo importante. – Por cierto, la señora Tsukamoto lo está buscando.
-          Gracias.
Después de apartar los archivos a un lado de su escritorio salió a ver a Yukiko. Caminó hasta su despacho y llamó a su puerta. Una voz le dijo ‘adelante’ desde el interior. El se adentró en despacho.
-          Hola, me han dicho que querías verme.
-          Si, siéntate. – Yusei se sentó. Ella le tendió un dosier. – Aquí están las autopsias de los dos cadáveres. Ya he analizado el trozo de camisa, tiene un alto contenido en polen de una flor que hay en algunos parques de la ciudad.
-          Muchas gracias.
-          De nada. Sabes que puedes contar conmigo siempre.
El se levanto y salió de allí. Ahora tenía que conseguir una lista de los parques donde había esa flor. No era gran cosa, pero era mejor que nada.

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