Jun y Aya ya llevaban cerca de una hora caminando de aquí para allá. No se había parado y tampoco se habían soltado la mano, ni tan solo un instante. Se detuvieron en un banco a tomar unos refrescos, pronto tendrían que regresar a sus respectivas casas. Estuvieron un rato abrazados. Se besaron. Por el rabillo del ojo Jun vio una figura que le resultaba conocida. Mio, que había visto la escena, se alejaba llorando y corriendo. Jun no sabía qué hacer, si quedarse allí con Aya o salir corriendo detrás de Mio. Nunca había pensado en que haría cuando Mio lo pillase, ni se había planteado esa posibilidad. Se quedo perplejo contemplando a Mio, que ya casi no podía distinguirse en la lejanía. Aya, que había observado la escena, miraba a Jun seriamente.
- ¿Quién era esa?
- Es… largo de explicar. Vivo con ella y con sus padres desde hace unos meses, me adoptaron.
- ¿Y porque ha salido corriendo de esa forma?
- Creo… creo que le gusto.
- Ah, pues vaya… me gustaría conocerla.
Jun se levantó:
- Yo debería volver a casa.
Aya asintió y se levantó. Se despidieron y cada uno se marchó por su camino.
Yusei se desplomo sobre su sillón. Suspiro. Tenía la sensación de que el caso que llevaba entre manos estaba a punto de cerrarse. Echó un vistazo al montón de papeles que se esparcían por toda su mesa. Su oficina también estaba tremendamente desordenada. Se dijo a si mismo que la ordenaría cuando terminase con el caso. Minutos antes había mandado que le buscaran y entregaran los datos de Kouta Minami. Había que llevar el asunto con delicadeza, pues se trataba de un menor. Pensó en llamar a Jun. Después de todo, parte de sus avances se los debía a él. Descolgó su teléfono.
Jun ya tenía la mano sobre el pomo de la puerta de su casa cuando su teléfono móvil sonó. Lo descolgó y se lo llevó a la oreja.
- ¿Quién es?
- Hola Jun, soy Yusei.
-Buenas tardes señor Chousi.
-¿Te suena de algo el nombre de Kouta Minami?
- Si, es un compañero de clase. ¿Pasa algo?
- Creo que él es el asesino.
-¡¿Cómo?!
-Conocía al chico que fue asesinado el otro día y comían juntos en el mismo restaurante.
- Bueno, tendría sentido. También conocía a la primera víctima y su abuela vive en la misma calle que en la que ocurrió el segundo crimen.
- Mañana lo interrogaremos y saldremos de dudas cuando lleguen los resultados del análisis del cuchillo.
-Gracias por avisarme.
-Gracias a ti por ayudarme en la investigación.
Jun colgó el móvil, con todo lo que estaba ocurriendo le entró un terrible dolor de cabeza. Entro en la casa.
-Hola Jun. – La señora Fuchida parecía muy animada.
-Hola. Voy a acostarme, que me duele mucho la cabeza.
-Vale, ¿quieres que te prepara algo para tomar?
-No gracias.
-Por cierto… ¿Sabes dónde está Mio? Hace rato que salió y todavía no ha vuelto.
Jun recordó el incidente con Mio.
-No… no lo sé.
Subió las escaleras, se metió en su cuarto y se echó a dormir en su cama.
Amaneció. Jun se levantó, se duchó y bajo a la cocina. La señora y el señor Fuchida estaban sentados en la mesa, llorando desconsolados. Jun se quedo de piedra.
-¿Qué pasa?
El señor Fuchida reunió fuerzas para hablar:
-Ha llamado la policía… dicen… dicen… que han encontrado el cadáver de Mio.
Jun casi se desmaya de la sorpresa. ¿Mio asesinada? Empezó a llorar, pero se dio cuenta de que ya conocía al asesino y que iría a hacerle una visita. Salió de la casa dando un portazo y comenzó a correr. Sacó su teléfono del bolsillo y marcó el teléfono del señor Chousi.
- Hola, soy Jun. ¿Ha detenido ya a Kouta?
- No. Jun, ¿te pasa algo?, te noto enfadado. Ah, se me olvidaba, ha aparecido otra nueva víctima.
- ¡Ese cabrón me las va ha pagar!
Jun colgó el teléfono y siguió corriendo.
Yusei se quedo perplejo con esa última frase. ¿Qué habría ocurrido? Buscó rápidamente la dirección de Kouta en los papeles que le habían llegado esa misma mañana. También le habían llegado los resultados del análisis del cuchillo, pero aún no los había leído. El caos de papeles era tal que no encontró lo que buscaba. Cogió su gabardina, el resultado de los análisis y las llaves de su coche. Se dirigió a las oficinas para pedir nuevamente la dirección de Kouta.
Cuando Yusei llegó a la casa de Kouta llamó varias veces a la puerta:
- ¿Hola, hay alguien?
Volvió a llamar a la puerta, pero no consiguió respuesta. Escuchó el sonido un cristal rompiéndose, procedente del interior de la vivienda. Yusei se alarmo y tiró la puerta de una patada. Entró rápidamente con su pistola desenfundada. En el salón encontró a Jun sobre Kouta esgrimiendo un cuchillo.
- Jun, ¡Quieto!
Jun miró al señor Chousi.
- ¡No! Debe morir por lo que ha hecho. – Con la mano que tenía libre agarró a Kouta por el cuello de la camisa, comenzó a llorar. ¡¿Por qué has matado a Mio?!¡¿Por qué?!
Kouta miraba a Jun con los ojos abiertos como platos y con una cara de terror impresionante.
- No Jun, ahora creo que él no ha sido. No encontramos sus huellas en el cuchillo. El no ha sido… has sido tú. ¡Tú eres el asesino!
- Venga señor Chousi, no diga estupideces. ¿Cómo voy a ser yo?
- Todo encaja… Tú también eres compañero de las víctimas, la sangre en el folleto solo estaban tus huellas y las de la segunda víctima. ¡El cuchillo solo tenía tus huellas!
- Yo…
En la cabeza de Jun despertaron unos recuerdos que, hasta ahora habían permanecido en letargo: Había vuelto a cuando era pequeño, al día de la muerte de sus padres. Se recordaba llorando arrodillado frente al cuerpo de su madre, junto a su padre que había dejado caer el cuchillo al suelo y también lloraba. Recordaba una voz. Una voz que le hablaba y resonaba por toda su cabeza.
- Si tu no hubieses nacido, ahora tu mama no estaría muerta.- La voz soltó una sonora carcajada. – Porque, si no fuera por ti tus papas ya no estarían juntos y tú papa no habría matado a tu preciosa mama. Pero puedes vengarla ¿Ves el cuchillo que tu papa ha usado para matar a tu mama?¿Por qué no lo usas tú para matar a tu papa? Venga…
Y así el pequeño Jun, manipulado por aquella voz, había rajado el cuello de su papa.
Jun volvió en sí, salió de su trance. Ahora los recuerdos de las muertes de la hermana de Aya, la del chico y la de Mio vinieron a su cabeza. Soltó el cuchillo y se acurruco contra la pared, desconsolado.
-Yo… yo no soy el asesino, ¡no soy el asesino!
El señor Chousi apuntaba a Jun con su pistola mientras ayudaba a Kouta a levantarse. De pronto, Jun dio un salto y agarró el cuchillo. Se puso delante de Yusei y de Kouta apuntándolos con el filo.
-¡Se ha terminado Jun!
Jun grito y hundió el cuchillo en su pecho. Cayó de rodillas al suelo, encharcado por su propia sangre, que manaba de la herida. Sintió la muerte abrazándolo, pero no era un abrazo frío. Era un abrazo caliente. Era el abrazo de Mio, era el abrazo de su madre.
LO SABÍA!! SABÍA QUE ERA JUN EL CULPABLE JOJOJO
ResponderEliminarMenudo final, aunque conociéndote no me sorprende nada viniendo de ti y tu mente malévolamente gore xD
Me pareció una historia muy entretenida, si sigues publicando otras estaré esperándolas con ganas :)
ñañaña no quería que Mio muriese :/ me recordó a School Days cuando Jun quería matar a Kouta y Seika se cargaba a Makoto con el cuchillo jajaja
En resumidas cuentas, espero nuevas publicaciones así que sigue escribiendo!
joder
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